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Duelo

El duelo es un proceso de adaptación

Para que su desarrollo sea útil y provoque una integración de la pérdida en el esquema mental del superviviente (pareja, hijo, hermana, etc), es conveniente procesarlo en cuatro etapas:

Etapas del duelo

Aceptación de la pérdida
Es preciso realizar los "ritos" que promueven dicha aceptación: velatorio, funeral, entierro, cabo de año (no necesariamente han de ser de corte religioso, aunque estos suelen ser los más comunes). De este modo, el familiar/es llevan a cabo una integración de la pérdida más real. Esto provocará en la estructura mental de los supervivientes una serie de emociones ajustadas a la realidad. Suelen ser emociones dolorosas: tristeza, ira, miedo, desamparo, impotencia, frustración…). Estas emociones son necesarias para pasar a la siguiente etapa del duelo y evitar procesos de duelo patológicos (duelo no resuelto, pérdida ambigua, duelo complicado).
Trabajar las emociones derivadas de la pérdida
En esta etapa es cuando se dá sentido y valor a la serie de emociones que de otro modo podrían desajustar al individuo, al dotarlas de un significado erróneo. En esta etapa se pretende que el estado emocional tenga un valor adaptativo para el/los supervivientes. Aquí es preciso conseguir entender que las emociones positivas y negativas tienen una interpretación. La psicoterapia pretende dotarlas de utilidad. Entendiendo esta cómo aprendizaje y experiencia en el ciclo vital.
Adaptarse al mundo sin esa persona
En esta etapa el superviviente debe rehacer sus actividades normales y asumir otras actividades que probablemente realizaba el difunto o se realizaban con éste. Restaurar el contacto social, los ritmos biológicos normales (sueño/vigilia, trabajo/descanso, comida/ayuno…), las actividades lúdicas, deportivas, hobbies, etc.
Fijar en la memoria a la persona fallecida
En esta etapa final del proceso de duelo ha de colocarse en la memoria del superviviente al difunto. Dicho lugar viene dado por el protagonismo o el impacto (positivo-negativo) que el difunto haya tenido en la vida del superviviente. Es decir colocarlo en un lugar más o menos relevante (en la memoria), pero que permita a la persona que sobrevive dedicar su fuerza psíquica a los vivos y a ella misma.

Los procesos de duelo suelen variar en el tiempo de una persona a otra, y dependen de varios factores. De ahí que se estime que un proceso de duelo normal pueda tener una duración entre un año y dos años. Esto no quiere decir que la persona esté sufriendo durante todo este tiempo, sino que irá adaptándose progresivamente a su ausencia hasta normalizar su vida. El objetivo de la psicoterapia es acompañar durante los primeros compases hasta que el paciente puede seguir solo.

Miguel Esteban - Diseño Gráfico y Multimedia